EL NIVEL DE ESPIRITU EN EL TRABAJO OSTEOPÁTICO
El objetivo de esta ponencia es compartir la necesidad de reconocer que a pesar de inmensa e indiscutible necesidad y utilidad tanto de la investigación científica como de la práctica clínica en los campos relacionados con la salud del ser humano, como dijo dr.Sutherland “hemos perdido en osteopatía algo que dr.Still intentaba a explorar – el aspecto espiritual que el introdujo en esta ciencia”. Fue hace 90 años aproximadamente…
Me parece admirable esta declaración. Nos invita a ver las cosas sin los velos. No dijo «tal vez hemos perdido «o «estamos perdiendo» … sino «hemos perdido». Me hace recordar una famosa frase “el pueblo que olvida su pasado no tiene futuro”.
Y no creo que otras ramas terapéuticas se hayan quedado inmunes de ello…
Cual es este «componente espiritual»? La Real Academia Española nos ofrece varios significados de la palabra «espíritu» . Uno de ellos es «vapor sutilísimo que exhalan los vinos y los licores». Este nivel no me preocupa, porque veo bastante difícil que podamos perderlo, en particular aquí, en España.
Las otras (al menos algunas de ellas ) definiciones son :
- Principio generador, carácter íntimo, esencia o sustancia de algo.
- Vivacidad, ingenio
- Parte o porción más pura y sutil que se extrae de algunos cuerpos sólidos y fluidos por medio de operaciones químicas.
- Vigor natural y virtud que alienta y fortifica el cuerpo para obrar.
- Ser inmaterial y dotado de razón
Wow…Pues, a mi como persona en primer lugar y medico, terapeuta que tiene cierta esperanza de ser útil a otras personas en su servicio profesional (sea cual sea el ámbito de mi práctica clínica ) – me preocuparía bastante perder algo que parece ser principio generador, esencia, parte más sutil y creativa que alienta y fortifica al cuerpo y además está dotada de razón! Tengo la impresión de que podría ser bastante útil encontrarlo o conectar con “esto” de nuevo.
Si la Salud tiene que ver con el proceso dinámico a través del cual el cuerpo mantiene la homeostasis y equilibrio en y entre todos los niveles de los que este compuesto, creo que si yo como terapeuta busco crear unas condiciones adecuadas para que este «reequilibrio» pueda alcanzar su máximo potencial, necesito revisar si mi dinámica «terapéutica» realmente este equilibrada y proporciona al cuerpo las condiciones «limpias» , «no contaminadas» . Necesito ver con claridad que es lo que hago y desde que lugar en mi lo estoy haciendo.
Buen ejemplo de ello puede ser el equilibrio entre yin y yang, o las energías masculina y femenina. El principio masculino es activo – busca, explora, analiza, corrige, empuja, modifica etc. Su máxima representación en el cuerpo está en el cerebro – El INTELECTO. El femenino – recibe, escucha, sostiene. Su centro está en El Corazón y tiene que ver con LA INTELIGENCIA.
Los dos principios son co-dependientes y útiles en nuestra vida diaria. Y si tenemos que estar en una mesa de cirujano sería muy estúpido optar por el principio femenino y “escuchar” este apéndice perforada. Espero que el cirujano este bien ubicado en el principio masculino y armado de un bisturí y conocimiento de anatomía humana para hacer su labor. Es momento para actuar, no para escuchar. Así que cuidado! No vamos a confundir los niveles de trabajo.
Sin embargo, creo que si podemos ser tan claros y valientes como dr. Sutherland en su declaración, podríamos reconocer que nuestra dinámica terapéutica en general, al menos en el campo de osteopatía ( posiblemente también en…. «unos cuantos más» modelos terapéuticos ) se ha ido bastante lejos de este equilibrio y nos encontramos bien asentados en el principio masculino.
Pronóstico, diagnostico, tratamiento, técnica, ajuste …. Son dinámicas masculinas!
«Pero el trabajo que hago es tan sutil! Lo hago sutilmente.» Bien. Me parece fantástico. Solo te pido reconocer que lo estás HACIENDO. Y es masculino.
Donde está el principio femenino en nuestro trabajo? No estoy hablando de escuchar a los tejidos, órganos, fluidos etc. Estoy hablando de escuchar sin ningún tipo de demanda ni pretensión de percibir “lo que sea “ a cambio de esta escucha profunda. No una forma de actuar, sino una manera de ser, estar en esta relación con la persona que tienes enfrente. Un espacio donde en vez del intelecto individual y sus recursos limitados (al menos en mi caso ) , podrá operar LA INTELIGENCIA…Tal vez es buen momento de darle espacio en nuestra práctica terapéutica, especialmente en estos tiempos de dominio casi absoluto del masculino en todas esferas de nuestra vida , nuestra sociedad y mundo entero ( estoy hablando de las dinámicas energéticas, no del genero).
Y darle espacio no es nada fácil.
La ultima parte de la lista de definiciones de «espiritual» que mencione arriba («dotada de razón» ) es la que puede presentar mayor problema para nosotros en nuestro trabajo clínico a nivel muy profundo. Básicamente, por el hecho de que al intelecto individual, separado «mío, tuyo o nuestro como especie» resulta bastante difícil aceptar ( no saber! Porque «solo» saberlo es fácil…) y rendirse ante la posibilidad de que existe cierto nivel de trabajo donde no se puede entender ni que sucede ni como están sucediendo las cosas. Ni siquiera si están sucediendo…Un nivel de trabajo donde no se puede “hacer” terapia, donde no hay ni plan de tratamiento, ni estrategia, ni técnica…nada… Lo primero que me dice mi mente racional ante esta propuesta – es que es una estupidez… (Recordad, por favor , el ejemplo que puse sobre cirujano – estoy hablando del otro nivel de trabajo) … y a pesar de que digo a mi mismo que con este paciente que no se encuentra en un peligro inminente puedo explorar el principio femenino en mi terapia e ir a un nivel de una escucha más profunda – mi mente me dice que esto no tiene sentido y estoy perdiendo el tiempo.
La mente quiere una fiesta! Quiere pruebas de que algo pasa.
Quiere una garantía de calidad.
Que difícil puede resultar no saber pero permanecer allí, en este espacio frágil no limitado por el conocimiento… Muy difícil.
Si nos sentimos atraídos por explorar y recuperar el aspecto o nivel espiritual en nuestra práctica clínica es crucial que tomemos la conciencia de que el Espíritu (El Dios o La Inteligencia… – llamadlo como queráis) no puede ser el objeto de trabajo intelectual. No esta sujeto al intelecto. Si fuese posible analizar a Dios, esto significaría que El es limitado y decidiríamos lo que El es y lo El no es, lo que esta correcto y lo que esta mal en El. Y creo que esto seria un poco arrogante.
Espíritu no es algo que puedo analizar. No esta sujeto a mi intelecto. Tampoco es algo separado de mi intelecto.
La única separación es mi experiencia de vida. Ésto es la separación del Dios.
Si nos sentimos atraídos por explorar el trabajo a nivel espiritual, se hace evidente que no lo podemos hacer desde nuestro «saber» personal y limitado. No podemos hacerlo desde el nivel de intelecto. No podemos hacerlo desde la conceptualización. El conocimiento ya no nos puede servir de ayuda.
Que es lo que nos queda?
Estar tan despiertos como sea posible a lo que es, sin juicio.
Creo que dentro de la inmensa y fantástica familia de diversas terapias, disciplinas y modelos terapéuticos necesitamos un espacio para una metodología donde «no hay nada que hacer, solo estar allí, plenamente presentes para que LA INTELIGENCIA y el Cuerpo hagan su trabajo en las condiciones de absoluta seguridad que le estamos proporcionando». Solo escuchar desde corazón. Es allí donde tenemos la oportunidad de ofrecer al paciente unas condiciones tal vez nunca antes experimentadas por el en toda su vida, donde puede emerger nueva expresión genética, no condicionada por las experiencias de vida no digeridas. Un espacio donde uno contacta con lo que podríamos llamar el Potencial Infinito para el Cambio, para la Expansión.
«A un nivel más tierno se trata de un viaje entre dos o más personas hacia un lugar donde no hay patología. Ser escuchado profundamente es ser sanado profundamente. La magia empieza a ocurrir cuando dejamos de hacer las cosas». ( Mike Boxhall )